Bienvenida

Un nuevo blog, llamado historias...

Tal vez leas de alguien que te he contado, tal ves leas tu historia. Algún punto donde tu historia se ha cruzado con la mía. Tal vez no sea como tu la recuerdes, ni como yo lo hago... el tiempo va borrando ciertos detalles, pero la esencia permanece.

viernes, 17 de mayo de 2013

Otra de las cosas que cambio mi vida: Alianza

2do de secundaria

Secundaria en el Instituto América, vamos a un grupo de algo así como scouts pero no tan ñoños. Y ahí fui a caer.  A un grupo donde se juntaban como 50 chavas, con playeras de colores diferentes que jugaban juegos agresivos y se ensuciaban.  Luego gritaban y así.  Al principio no lo entendía.  Porque cuando una bandera se caía todo mundo corría a levantarla? o porque gritar un lema?  y como decidían el orden en el que se formarían? y porqué al final del sábado había misa? Para que hacer nudos? y para que sirven los amarres? y para que cargar los bordones?

Si, me llegué a preguntar muchas cosas, lo curioso es que estuve en ese grupo una buena parte de mi vida: 9 años.  En esos años aprendí tantas cosas. Conocí a personas que sé que van a estar ahí para siempre.

Y en esos 9 años,  muchos sábados, campamentos, cursos, responsabilidades, actividades, personas.  No puedo negar que muchas veces lloré de desesperación, de frustración y de cansancio.  Pero fueron las menos.  Lloré también de alegria, de felicidad y satisfacción.  Aprendí cosas para la vida diaria:  planear el menú de una semana, la lista del super, como manejar la mamitis, administrar tiempos y dineros.  Aprendí a trabajar en equipo,delegar responsabilidades, a buscar un objetivo conjunto.  A tener metas y cumplirlas.

Fue hasta cierto punto, un regreso a lo natural a vivir alejada de la tecnología por unos días, a buscar refugio en el bosque. A abrazar los arboles como si abrazaras el mundo.  Recordé el olor a tierra mojada.  Aprendí a disfrutar del cansancio, del frío que cala en los huesos, a dar un poco más.

No fue sólo dejar la regadera y el ídolo de porcelana, ni la comodidad de tu casa, la comida calientita y el chiqueo de mamá.  Era algo más que estar lejos de casa y encontrarte contigo mismo, algo más que estar mugrosa y con frío.  Que vestir con complejo de super heroe, y no bañarte.  Ser consciente de lo pequeño que soy, y el mundo maravilloso que me rodea.  A vivir en torno a un ideal. A llevarlo a cada instante de tu vida.

Llegué a ese grupo por invitación de Miriam Vilchez, que fue jefa junto conmigo, pero no siguó como dirigente. Fuimos compañeras de unión como 4 años, pero somos amigas desde antes, y compartir tantos momentos, preocupaciones, responsabilidades y retos fortaleció la amistad.

En el camino que recorrí ahí me tope con muchas personas, algunas con las que compartí mas que un sábado o un campamento, más que un tiempo y un espacio fue el hecho de construir momentos y aprendizajes, de construirnos a nosotros mismos y nuestra historia.

Cuando fui jefa, 3 semestres que aprendí, disfrute, me cansé. Llegaron a mí pequeñas, crecieron conmigo y yo con ellas, se desarrollaron amistades mágica.  Que en realidad hasta la fecha sé que está ahí.  Cosas como vaca de madriguera,  el tiempo congelado, las construcciones lejanas y los dormitorios de weba.  Esta etapa...el equipo de jefas fue de lo mejor: a todas las conocía muy bien y llevaba una relación de maravilla con ellas. No pensé que fuera tan complicado , tiene sus momentos de mucha responsabilidad y tareas que llevar a cabo, sentir la presión de todo lo que hay que cumplir, sabiendo que no es lo único que tienes en mente.  Está la escuela, la familia y etc...

Los ciclos llegan y demás...
Algo que nunca se me olvida es que el límite es el cielo.  El cansancio no es una limitante, sino un medio para alcanzar un fin más allá de las cuestiones físicas.  Aprendí  que el espíritu debe sostener al cuerpo, no al revés.  Y lo más importante... que por más sola que me encuentre, nunca lo estaré.

Un año después de ser jefa, decidí ir contra todo pronóstico y ser dirigente.  Sin duda fue una sorpresa para todos, porque no me esperaban, de toda la generación de jefas fui la única que regresó.  Pero eso es lo de menos.  Lo importante fue lo mucho que disfrute esos 2 años con mi equipo...

Cada esfuerzo, desvelo, complicación valió la pena, al verlo reflejado en las sonrisas de mis niñas.  Esa es la paga, la satisfacción de dejar una huella en las vidas de chamacas, pero llevarte tantas historias, tanta felicidad compartida, justo eso es lo que en los momentos complicados hace que sonrisas.  Porque ya lo logré una vez, porque no arrancar más sonrisas del mundo. 

Se forjaron lazos que difícilmente se disolverán al tiempo.   La confianza y hermandad que viví a su lado no la cambiaría por nada.  Aprendí de cada uno de mis compañeritos dirigentes.  Sentí su apoyo cercano a cada instante.  Cada vez que tuve algún problema sabía que aparte de escucha, tendría alguna solución, consejos o por lo menos un chiste al respecto.

Pero a lo que voy, estar en este mundo rosa e ideal.  En la burbuja. Un campo de entrenamiento para nadar contra la corriente.  Una visión distinta del mundo, donde hacer las cosas posibles es cosa de todos los días.  Donde ver por los demás no solo es una opción, sino una realidad. Esforzarse por cada objetivo que se nos propusiera.   Justo eso.  Dejar de ser egoísta. Dejar de ser yo, sólo yo y después yo. Sino estar bien contigo mismo para poderte dar a los demás. Aprender a recibir, a dejar ir las cosas, fluir.  Ponerte en las manos de alguien que está más allá de las cosas.

La formación espiritual, que no es lo mismo que religiosa, me ha mantenido a flote. El equilibrio, la fé, dejar, fluir, crecer, ponderar. Herramientas que hacen la vida digna. Pero practicar todo lo que me transmitieron las personas que me rodearon en este proceso, recordar momentos que compartimos, la enseñanza que nos dejamos unos a otros es parte de madurar, de crecer y trascender es lo que le da sentido a la experiencia.

Personas que siempre estarán presentes en mi universo.  La verdad es que pensé en escribir todos sus nombres, pero me es imposible... puede que en este momento me falle la memoria.  Pero cada una de las chamacas que pasó por mis uniones, cada una de mis niñas, de mis compañeras de campo, de las jefas con las que compartí un buen rato, de mis dirigentes, de mis compañeritos dirigentes y anexos espirituales dejó una huella en mi historia, al grado de cambiar mi perspectiva de vida.

















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