Hoy hace 366 días que se me vino abajo la vida. Pronto se cumple un año de ausencia, de extrañar constantemente.
Lapsus donde llamaba a un teléfono que nadie contestaría otra vez.
De la búsqueda constante de sus consejos, de su escucha.
360 días donde el dolor ha ido disminuyendo mientras pasa el tiempo; las lágrimas se han secado y dejan espacio para la gratitud y la alegría, para cumplir sueños que yo alentaba.
Fue un trago amargo, un golpe duro que hizo temblar cada piedra de mi muralla.
Un año bisiesto que comenzó con un parteaguas, con un pedazo de historia arrancado, con lágrimas que sospeché inacabables. Y fue un año que dolió, que me hizo sangrar, me hizo evolucionar, reflexionar y aprender.
El año que se fue me dejó historias, experiencias únicas: Conocí uno de los lugares más mágicos del mundo, logré bucear en un arrecife, me enamoré y se me rompió el corazón, conocí personas maravillosas.
Cambié la comodidad por la comunidad, la vida con tecnología por algo más rústico y tortillas hechas a mano. Cambié la dependencia por la independencia, y contemplé como la vida nos da lo necesario, como lo demás es dispensable.
Las personas que son parte de mis historias, quienes han dejado aprendizajes, anécdotas. Son mis historias, escribir sobre mi es terapéutico. Me es necesario poner las piezas de mi rompecabezas en orden, comprenderme a través de la mirada del otro, comprenderme en esta interacción de vida. Cada tramo recorrido, cada paso y lugar han sido claves para ser quien hoy soy.
Bienvenida
Un nuevo blog, llamado historias...
Tal vez leas de alguien que te he contado, tal ves leas tu historia. Algún punto donde tu historia se ha cruzado con la mía. Tal vez no sea como tu la recuerdes, ni como yo lo hago... el tiempo va borrando ciertos detalles, pero la esencia permanece.
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